La Cueva de Superchango

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sábado, 31 de enero de 2015

Utopías Corruptas



La Utopía, término acuñado por Tomas Moro, transciende las barreras temporales ya que se presenta como un deseo constante humano.
 Esta construcción idílica se fundamente sobre las bases de la felicidad, estabilidad y bien estar de sus habitantes. En pocas palabras el paraíso civil.  La Utopía se presenta como una herramienta discursiva que expone tanto la visión política y social de su arquitecto como una crítica de ciertos fenómenos políticos contextuales.
Sin embargo este ideal discursiva se levanta como una paradoja, ya que en si misma lleva la semilla de su antítesis. Un mundo mejor parece ser una visión compartida universalmente.  Por el contrario está sujeta a la subjetividad y percepción de sus gestores.  Esto abre la puerta a la corrupción del sistema. Ya que incluso la Utopía de Moro es una isla, socialmente estática. Aislada en su burbuja de perfección no deja de ser un elemento excluyente.
Al depender del desarrollo humano, la Utopía se plantea como un límite inalcanzable para el animal político, fácilmente hostil y corruptible que es el ser humano. En si el ideal de perfección es una artimaña, es imposible, inalcanzable. Es mero espejismo en el desierto.
Es ahí donde la distopía entra en escena, describiendo la miseria de estar perdido en un desierto de espejismos.
La paradoja Utópica reside en su paralelismo a su opuesto. Ya que su valoración dependen del punto de vista, de la percepción de la “realidad”.
Para profundizar sobre este tema es importante preguntarse en primer lugar quien construye la visión utópica, y la legitimidad universal de esta propuesta.  Ya que una característica inseparable de la realización de la utopía es su influencia global.  Ya que una comunidad perfecta pero aislada no deja de ser una jaula de oro.
La visión guía que construye la Utopía puede caer en un ejercicio totalitario del poder.  Ya que algunos de estos proyectos de ideologías obtusas han degenerado en daño atroz  y  mecanizado de millones de seres humanos. La perfección plantea el problema de la intolerancia hacia cualquier otra propuesta o estrategia social.  La discriminación sexual, el abuso hacia los inmigrantes, limpiezas étnicas y otras atrocidades que pertenecen a una lista interminable se derivan todas de la incompatibilidad a un estado idílico de perfección.
Sin embargo la distopía como perspectiva se desarrolla, no del punto de vista del arquitecto, sino del súbdito. 
Súbdito, esclavizado por la propaganda, la publicidad y sistemas políticos y económicos corruptos es una porción de nuestro propio presente distópico. Frente a un creciente desempleo se extiende toda una gama de estrategias para drenar al ciudadano consumidor.
El progreso tecnológico e industrial no va de la mano con el entendimiento de sus consecuencias  de su uso.  De la Utopía espiritual a la virtual, en donde el individuo de pierde en una red de fachadas y espejismo virtuales.  Encontrando su dosis diaria de escapismo en el “soma” de la realidad virtual. Realidad que como la isla de Tomas Moro no es accesible universalmente, ni a los mismos niveles de comprensión y uso.
“El Gran hermano, te Observa”, grito de guerra del profético Orwell. Invitado personalmente a nuestros hogares, el ojo electrónico nos observa, selecciona publicidad basada en información brindada voluntariamente por sus usuarios.
La revolución industrial marco un cambio de paradigma en la construcción de las nociones utópicas, así como lo ha hecho la revolución virtual a su turno. La vigilancia masiva, la deshumanización, el uso de la propaganda, de la violencia estatal, la utilización inocua del progreso tecnológico, la manipulación de la información y el abuso del poder como temas fundamentales de las narrativas distópico siguen vigentes y aterradoramente cercanas.
La representación de estos temas se apoya en referencias estéticas y discursivas fundamentales  como George Orwell, Ray Bradbury, Fritz Lang, Charlie Chaplin, Philip k.Dick entre muchas otras profetiza y advierte sobre ciertas dinámicas políticas y sociales cuyo fin es criticar el abuso de poder, la enajenación y el consumismo de la ciudadanía universal.
La Utopía corrupta es aquella que pertenece solo a unos, muy pocos en general.  Las obras distópico no pretenden dar lección moral,  si no plantear un punto de vista crítico sobre esta dinámicas predatorias  del poder.  Comprender la globalidad del trayecto, del terreno y de sus caminantes y no solo la persecución mecánica  del horizonte ideal.
Quien no quiere vivir en un “mundo feliz”.



"Calibán cruzando la frontera"


"Perros de la Guerra"


 "Soma 2.0"


"Torre de Babel"


 "Toxica"


"Matrona"


"Tyrano Sapiens Rex"

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