La Utopía, término acuñado por Tomas Moro, transciende las
barreras temporales ya que se presenta como un deseo constante humano.
Esta construcción idílica
se fundamente sobre las bases de la felicidad, estabilidad y bien estar de sus
habitantes. En pocas palabras el paraíso civil.
La Utopía se presenta como una herramienta discursiva que expone tanto
la visión política y social de su arquitecto como una crítica de ciertos fenómenos
políticos contextuales.
Sin embargo este ideal discursiva se levanta como una
paradoja, ya que en si misma lleva la semilla de su antítesis. Un mundo mejor
parece ser una visión compartida universalmente. Por el contrario está sujeta a la subjetividad
y percepción de sus gestores. Esto abre
la puerta a la corrupción del sistema. Ya que incluso la Utopía de Moro es una
isla, socialmente estática. Aislada en su burbuja de perfección no deja de ser un
elemento excluyente.
Al depender del desarrollo humano, la Utopía se plantea como
un límite inalcanzable para el animal político, fácilmente hostil y corruptible
que es el ser humano. En si el ideal de perfección es una artimaña, es
imposible, inalcanzable. Es mero espejismo en el desierto.
Es ahí donde la distopía entra en escena, describiendo la
miseria de estar perdido en un desierto de espejismos.
La paradoja Utópica reside en su paralelismo a su opuesto. Ya
que su valoración dependen del punto de vista, de la percepción de la “realidad”.
Para profundizar sobre este tema es importante preguntarse
en primer lugar quien construye la visión utópica, y la legitimidad universal
de esta propuesta. Ya que una característica
inseparable de la realización de la utopía es su influencia global. Ya que una comunidad perfecta pero aislada no
deja de ser una jaula de oro.
La visión guía que construye la Utopía puede caer en un
ejercicio totalitario del poder. Ya que
algunos de estos proyectos de ideologías obtusas han degenerado en daño
atroz y mecanizado de millones de seres humanos. La perfección
plantea el problema de la intolerancia hacia cualquier otra propuesta o
estrategia social. La discriminación sexual,
el abuso hacia los inmigrantes, limpiezas étnicas y otras atrocidades que
pertenecen a una lista interminable se derivan todas de la incompatibilidad a
un estado idílico de perfección.
Sin embargo la distopía como perspectiva se desarrolla, no
del punto de vista del arquitecto, sino del súbdito.
Súbdito, esclavizado por la propaganda, la publicidad y
sistemas políticos y económicos corruptos es una porción de nuestro propio
presente distópico. Frente a un creciente desempleo se extiende toda una gama
de estrategias para drenar al ciudadano consumidor.
El progreso tecnológico e industrial no va de la mano con el
entendimiento de sus consecuencias de su
uso. De la Utopía espiritual a la
virtual, en donde el individuo de pierde en una red de fachadas y espejismo virtuales.
Encontrando su dosis diaria de escapismo
en el “soma” de la realidad virtual. Realidad que como la isla de Tomas Moro no
es accesible universalmente, ni a los mismos niveles de comprensión y uso.
“El Gran hermano, te Observa”, grito de guerra del profético
Orwell. Invitado personalmente a nuestros hogares, el ojo electrónico nos
observa, selecciona publicidad basada en información brindada voluntariamente
por sus usuarios.
La revolución industrial marco un cambio de paradigma en la construcción
de las nociones utópicas, así como lo ha hecho la revolución virtual a su turno.
La vigilancia masiva, la deshumanización, el uso de la propaganda, de la
violencia estatal, la utilización inocua del progreso tecnológico, la manipulación
de la información y el abuso del poder como temas fundamentales de las
narrativas distópico siguen vigentes y aterradoramente cercanas.
La representación de estos temas se apoya en referencias estéticas
y discursivas fundamentales como George
Orwell, Ray Bradbury, Fritz Lang, Charlie Chaplin, Philip k.Dick entre muchas
otras profetiza y advierte sobre ciertas dinámicas políticas y sociales cuyo
fin es criticar el abuso de poder, la enajenación y el consumismo de la ciudadanía
universal.
La Utopía corrupta es aquella que pertenece solo a unos, muy
pocos en general. Las obras distópico no
pretenden dar lección moral, si no
plantear un punto de vista crítico sobre esta dinámicas predatorias del poder. Comprender la globalidad del trayecto, del
terreno y de sus caminantes y no solo la persecución mecánica del horizonte ideal.
Quien no quiere vivir en un “mundo feliz”.
"Calibán cruzando la frontera"
"Perros de la Guerra"
"Soma 2.0"
"Torre de Babel"
"Toxica"
"Matrona"
"Tyrano Sapiens Rex"
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